domingo, 19 de julio de 2009

IBERIA 2009


Un aniversario es siempre, queramos o no, un día de conmemoración. Podemos darlo a la publicidad o silenciarlo, señalar o no la efeméride, pero por encima de conveniencia o deseos está esa cosa imponderable que es la memoria de los hombres, la memoria fiel, sin mixtificaciones, la representación objetiva de los hechos y su interpretación íntima, subjetiva.

Han podido acaecer, de Julio glorioso a la fecha, mil circunstancias ajenas a nuestra voluntad que hayan modificado el curso de los acontecimientos; nuestra guerra civil ha podido convertirse en una guerra de independencia; nuestra guerra social en una vulgar guerra defensiva; han podido torcerse nuestras intenciones y estrellarse contra el círculo cerrado 1936-2009 nuestras mejores audacias; pero lo que nadie puede afirmar que se haya quebrado es nuestra voluntad. ¡19 de Julio de 1936! Ninguna fecha tan llena de primores en la Historia de nuestro pueblo íbero. Y todos esos primores y dádivas están ahí vivas, abiertas a todas las posibilidades, capaces a todas las fecundaciones.

Sobre y al margen de tanto silencio impuesto, de tantas actuaciones forzadas, de tantas obligadas declaraciones, el 19 de Julio se hiergue con una elocuencia tan expresiva, tan evidente, que por ella, y sólo por ella, el pueblo ibérico sigue aún en pié.
Las circunstancias nos han metido dentro de un círculo de hierro; nos han obligado a una regresión forzosa sólo porque sabemos que el 19 de Julio sigue velando por nosotros, brillando en la sombra de nuestra tortura como la única esperanza.

Sabemos que en este aniversario se intentarán muchos balances en los que se pretenderá establecer falsos recursos retóricos como verdades matemáticas; pero el 19 de Julio sigue triunfando como la única verdad y la única salida.
Hace tiempo que el mundo político entero espera nuestro estrangulamiento, y es en vano; el coraje nos mantiene dispuestos. Porque podrá borrarse la fecha en los almanaques, podrá enterrarse bajo sutiles pretextos, bajo pretendidas conveniencias, bajo sagrados intereses; pero la memoria de los hombres mantiene su inmaculada vigilia, y la memoria de los hombres alimenta su voluntad, de la que nadie sabe que háyase quebrantado.


¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL IBÉRICA!

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