viernes, 13 de febrero de 2009

RELATIVISMO OBJETIVO


Hola a todxs. ¿Os habéis parado a pensar alguna vez por qué sucede esto o aquello o por qué razón se considera buena una cosa u otra? El sistema de organización social que impera hoy en día en el mundo occidental tiene la virtud de imponernos unos valores determinados, de tal manera que no tengamos que hacer el tremendo esfuerzo de configurar nuestra propia conciencia e identidad. ¡Qué gran favor!

Se supone que con todo aquello de la Revolución inglesa y las distintas fases revolucionarias que experimentó Francia desde finales del siglo XVIII, se había acbado aquéllo del origen divino del poder. Una ristra de monarcas cuyos respectivos conjuntos craneales habían acabado en una cubeta de metal dejando hombros y cuello huérfanos, deberían haber servido para acabar con la concepción del origen de los valores como algo derivado de la cualidad monárquica de ser voluntad divina. Es cierto, durante siglos, el absolutismo, estuvo encabezado (descabezado tras las revoluciones) por una serie de sujetos, todos ellos grandes ejemplos de lo que se conoce como ''inbreeding'' (endogamia para los helenistas). Así es, hablando en plata, se petaban entre ellos, por lo que los hijos les salían tontos como piedras. La posibilidad de que, al buscar la perpetuación de la dinastía mediante la descendencia directa concebida por miembros de la propia familia, saliera un hijo más bien idiota era muy alta. Por ello, estos monarcas buscaban su legitimación en la voluntad divina, dado que eran incapaces de explicar las causas de sus actos mediante argumentos convincentes y constatables.

Años y años de lucha contra el absolutismo y contra la imposición de la ley del más fuerte, no han servido de nada. Ahora el monarca absoluto se llama Estado y la fundamentación de sus actos, legitimidad. Efectivamente, indigna pensar que ligada a una determinada concepción de la organización social, va toda una serie de valores de identificación de individuos. El estado es quien impone qué es bueno y qué es malo, fruto de lo que se suele llamar la dictadura de la mayoría. Vale, pase que gobierne la mayoría, pero no cabe en mi cabeza el hecho de que vivir al margen de la ley sea un criterio para desacreditar a un inviduo. Por ello hablo de relativismo objetivo. Actualmente, prácticamente ningún valor es objetivo para la totalidad de los individuos, sino que es más apropiado hablar de ideas o valores ''legales'' e ideas o valores ''alegales''. Aquel o aquella que se gana la vida practicando el coito de forma lucrativa, es tan digno y tan decente e incluso más, que aquel que se la gana sermoneando y despotricando en un recinto cerrado con una bata en plan hip-hop y repartiendo obleas. De hecho la formación académica de ambos sujetos, suele ser la misma o incluso puede ser bastante mayor la del primero que la del segundo. Me parece muy bien (o más bien no) que la mayoría (concepto más que dudoso, porque las mayorías son electorales, no poblacionales) dicte las normas, pero no que imponga su concepción del mundo sobre las conciencias individuales. Entre el cura y el/la puto/puta, me quedo con lo último.

3 comentarios:

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  2. La razón por la cual la prostitución es ilegal y la evangelización no es porque la prostitución atenta contra la dignidad de las mujeres que tienen que vender lo más personal que pueden compartir de su cuerpo para poder vivir la mayoria (ya que solo la minima parte es de lujo) intentando llegar a fin de mes y la evangelización enseña valores universales para construir una sociedad perfecta donde puedas llamar al de al lado hermano.

    Menuda aberración de comparación.

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  3. A despecho de parecer contradictorio por su carácter pusilánime e irresoluto citaré una de las 3 máximas de Descartes: "Fiareme antes de las acciones de los hombres que de aquellos que creen".
    En amplios casos la gnosis no se encuentra en concordancia con la praxis y eso es lo que hace que afirmar que la evangelizanción enseña valores universales para construir una sociedad perfecta provoquemé arcadas de risa. Tal vez por esa ironía jocosa tan bien traída o tal vez porque es una postura pérfida y anacrónica.

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