miércoles, 4 de febrero de 2009

¿A POR LA III REPÚBLICA? JÁ...


Si te engañan una vez, el culpable es quien te engaña. Si te engañan por segunda vez, es culpa de la situación. Pero si te engañan por tercera vez, es que eres tonto. ¿A la tercera va la vencida? No lo creo. No me malinterpretéis a mí la familia real me cae tan bien como un piano desde un séptimo piso. Pero dudo mucho de que la república sea mucho mejor que nuestra actual monarquía. Al fin y al cabo hoy en día la república es un mero símbolo. No se trata del abultado presupuesto de 9’8 millones de euros, 1.630.582.800 millones de las antiguas pesetas, que reciben sus majestades anualmente. El Presidente de la República Francesa recibe 14 millones, así que por el dinero no es. Como digo es una cuestión de aparentar. Está muy mal eso de que el pleno siglo XXI siga como jefatura del estado una institución del medievo. Y por trabajar tampoco es, ya que poco más hace un presidente que un rey. Si, ya lo sé, hay organizaciones y partidos que quieren ver en la futura república un nuevo comienzo, federalista, socialista o alguna quimera parecida. Nada más lejos de la realidad. Entonces, si no es por el dinero y tan solo se trata de parecer acordes con nuestros tiempos. ¿Qué diferencia hay? No os engañaré, hay una. Y muy importante para las mentalidades que necesitan su prozac democrático. A parte de las elecciones generales, las autonómicas y municipales, y algún que otro referéndum. Con una república se realizan unas nuevas elecciones para elegir al presidente de la república. Dicho esto, aclarar que básicamente la república de hoy en día consiste en un voto más.

Produce dolor de cabeza recordar las pasadas experiencias republicanas en España, sobre todo la segunda, basta recordar los sucesos de Casas Viejas o la Revolución de Asturias para que una sencilla lección de historia se complique muchísimo. Y la primera nos queda demasiado lejos como para poder sacar una moraleja interesante. Actualmente la memoria de la segunda república es un falso espejismo democrático en el que se amparan desde organizaciones cívicas y progresistas, hasta autoritarios y demagogos partidos comunistas, todos intentando barrer para casa a los escasos nostálgicos por aquel sistema.

Entonces…¿cuál es el sentido de una república española? Simple, el continuismo. Después de la dictadura fascista de Franco, el sistema capitalista estaba agotado de esa formulación y mediante la transición varió al sistema en el que el mejor se desarrolla el capitalismo, la supuesta democracia, bajo la protección de la institución monárquica. Cuando la careta de la institucionalización monárquica empiece a estar desfasada, el mismo sistema será el que pacíficamente cambiará a la república burguesa que impera en occidente, como medio para seguir desarrollando su explotación y enriquecimiento. Así concluimos, que el sistema, el Estado-Capital, que subsiste bajo cualquier tipo de manto; dictaduras leninistas, dictaduras fascistas o militares, o ya sea nuestra glorificada democracia, evoluciona cambiándose de disfraz cuando le conviene para poder seguir manteniendo el régimen de explotación capitalista sobre las clases desfavorecidas, para así mantener su statu quo. Por tanto, ninguno de los ropajes que usan las distintas naciones del planetas supone diferencias cualitativas entre ellas, y todas las organizaciones, colectivos y partidos que ensalzan la república no hacen más que allanar el camino al camaleónico Estado-Capital, ya que en el fondo, bajo toda la palabrería política o alusiones a la memoria histórica, subyace algo superior a todo eso; el poder.

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