viernes, 27 de febrero de 2009

TOTAL, SÓLO ERA UNA PUTA

Hola a todxs. A todxs nos gusta tener razón. La sociedad ha hecho verdaderas la palabras publicadas en este blog hace menos de una semana. Efectivamente, ya se adelantó aquí que el encumbramiento hacia la máxima aceptación social tras una muerte trágica estaba reservada a un grupúsculo de estereotipos sociales.

Ayer, a eso de las 2 de la tarde, mientras preparaba la comida, se me courrió la lamentable idea de encender la televisión. Pues bien, en el informativo de las 14:30de una cadena del grupo PRISA, se estaba narrando la noticia del trágico fallecimiento de una persona a manos de un vil maltratador psicópata hijo de perra. Esta noticia, contada hace dos semanas a cualquier ''ciudadano'', habría traído como consecuencia una respuesta más o menos así: ''joder, pobre Marta del Castillo, sólo quería seguir adelante con su vida y ese cabrón va y...(dificultad para continuar a causa de las lágrimas) acaba cruelmente con su vida. Ella no había hecho nada, sólo vivir como podía, tirar para adelante. Es una lástima. Voy a firmar a favor del reestablecimiento de la cadena perpetua''.

Esta misma noticia, contada ayer, y sustituyendo a Marta por otro ser humano, trae consigo respuestas mucho menos melancólicas y mucho menos sensibles. En este caso, lo único que cambia es la víctima, porque el transcurso del suceso no varía mucho con respecto al devenir de los hechos acontecidos hace cosa de un mes. De hecho, incluso me equivoqué al afirmar que era lo grotesco del suceso lo que lo convertía en un hecho social relevante de empatía con la víctima. No es ni siquiera así. La crueldad de este sistema excluyente y discriminador ha superado incluso mis expectativas. La fallecida también fue arrojado a un río tras ser asesinada por un cerdo machista, sólo que en lugar de ser una adorable joven de 17 años, era una esclava sexual contratada por un pene fláccido frustrado. Eso para mí es mucho más trágico que el otro asesinato. La víctima era una persona convertida por el sistema en un objeto de usar y tirar, por ejercer una determinada profesíon. Eso es más trágico que morir tras una vida llena de facilidades, es más duro morir con las cadenas puestas, sin haber experimentado el dulce sabor de la libertad. Más tras relatar esta historia a cualquier chupasangre social de la opinión pública su reacción habría sido algo así como: ''a quien le importa una puta''.

Yo, pobre de mí, que todavía confío en la raza humana, aguardé los ríos de tinta en los periódicos, pidiendo la cadena perpetua para los homicidas opresores que refugian su complejo de inferioridad en la violencia de género, o mensajes de correo eléctronico pidiendo solidaridad con la familia. Pero nada. Aunque mirándolo por el lado positivo, todxs podrán acostarse esta noche pensando: ''total, sólo era una puta''

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