domingo, 21 de diciembre de 2008

La muerte de un tirano, el poder de un pueblo.


Hola a todxs. Es domingo, día de misas, liga de fútbol y blog. Hoy os quiero dar el gusto de leer un artículo de crítica a los regímenes dictatoriales bolcheviques en general y a uno en particular. El texto que vais a leer es obra de un compañero y amigo, Victor (sin tilde, como él lo escribe) Vasilescu. Él es de origen rumano, aunque nacido en Madrid, y su familia es de Rumanía. Os introduzco un poco en la historia del artículo. En este país de la Europa del este, gobernó con mano de hierro el tirano Ceausescu, entre 1965 y 1989. Fue derrocado por una revuelta popular y, posteriormente, ejecutado. Este país representa un ejemplo bastante ilustrativo de la represión bolchevique de raigambre estalinista. En fin, os dejo con el artículo. Que lo disfrutéis.

Era un día invernal, uno como cualquier otro, se acercaba la navidad (o las fiestas de invierno como le gustaba al régimen llamarlas) y todo el mundo tenía sus propios planes. Todo el mundo sabía lo que había ocurrido en Berlín, en Bulgaria, en Hungría, pero todo aquello quedaba muy lejos, “jamás nos libraremos del cerdo” pensaba la mayoría con amargura. Era un día más en la preciosa ciudad de Timisoara, el agua del Bega reflejaba su antiguo esplendor imperial, la “pequeña Viena”, la joya transilvana del imperio Austro-Húngaro, ahora relegada al papel de mera ciudad de provincias. “Nada, nada puede cambiar aquí” pensaba con amargura Ion, que como otros tantos millones de rumanos se veía obligado a esperar en una cola para obtener lo necesario para no morir de hambre, en pleno diciembre, él era un tipo duro, había trabajado en una fábrica toda su vida, pero en esa cola había más gente, mujeres, ancianos, niños... “No respetan a nadie, ¿como ha podido acabar esto así?, parece que era ayer cuando el cerdo criticaba a los rusos por invadir Checoslovaquia, ahora él es mil veces peor que ellos”. “Paciencia y tabaco” dicen los rumanos, pero en aquel invierno de 1989 ninguna de esas cosas abundaban. Lo que ocurrió a continuación es difícil de describir, solo se podría comparar a la explosión de una olla a presión, se trata de la reacción lógica de un pueblo cuando ha sido privado de su libertad durante mucho tiempo, ¿libertad?, vaya una palabra más difícil, ¿como se podría describir eso?, a menudo se dice que es la palabra lo que nos diferencia de los animales, no es la palabra, es la libertad, es no estar condicionado solo a instintos y el deseo de libertad, su mero deseo, su aroma, bastó para que un pueblo entero dijese “Hasta aquí hemos llegado, tenemos derecho a decidir”. Podría llenar líneas y líneas con la huida de Ceausescu, con su ejecución, con la posterior destrucción de Rumania por parte de unos gusanos sarnosos que se hacen llamar “políticos”, pero estoy seguro de que no las leeríais, para acabar, el resto, como dirían los ingleses “Es historia”.

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