sábado, 24 de enero de 2009

Del mito al logos y viceversa


Hola a todxs. Alguna vez se ha hablado ya, en este blog, sobre el carácter cíclico de la historia. Hubo un tiempo en el que los fenómenos naturales no derivaban en una explicación científica por parte del ser humano. Al no conocerse la causa de los fenómenos meteorológicos, astrológicos y naturales, se atribuían a voluntades superiores en las que se confiaba. El paso del mito al logos supuso un cambio en el curso de la historia de la raza humana, es más, reafirmó la confianza del ser humano en sí mismo, al saber que no era manejado por la rueca de un hilandero desconocido que se le superponía en la escala ontológica. Pues bien, esta época parece y es ya muy lejana. El ser humano ha perdido toda confianza en sí mismo y en sus iguales. Nuestra clara superioridad en la escala evolutiva, ya no es sino un nido de problemas. Problemas que no tienen las anguilas ni los ornitorrincos.

El ser humano, antes seguro de sí mismo y orgulloso de sus capacidades, se ha vuelto ahora errático, dubitativo y maleable. Me parece pronto para perder la confianza en toda la raza humana. Yo nunca desconfiaré. Que las mujeres y hombres que guíen los designios del mundo actual no conlleva necesariamente una desconfianza plena en todos los individuos de esta raza. Y, ni mucho menos creo que debamos ponernos a resolver problemas metafísicos tal y como está el mundo físico. Yo al menos tengo cosas más importantes de las que preocuparme que de si este autobús es asceta y aquel otro es acérrimo ateo, me la suda. No es tiempo de revivir las peleas entre Zeus, el Demiurgo y demás nombres habidos y por haber. Las historias mitológicas, incluida la Biblia, deben quedarse en cuentos alegres para dormir a los niños, y no en objeto de discusión que distraiga la atención de los problemas de la vida terrenal. Sinceramente, me parece más importante valorar soluciones a la opresión de los estados capitalistas occidentales (y orientales, todo sea dicho), sobre los países del Tercer Mundo. El cuento de David y Goliat no debe servir, por ejemplo, más que para localizar e identificar la situación del planeta y de la raza humana. Yo propongo (condón como modo, no, es broma)que los lemas de los autobuses recen ''el estado te ignora'', en lugar del ''dios existe'' o el ''probablemente dios no existe''. Ayer, junto al edificio de correos de Madrid, vi una manifestación de unas 15 personas bajo cero, es decir, nadie prácticamente. Dichos sujetos y sujetas (gracias, Bibiana Aído) portaban banderas monárquicas españolas y algunos incluso baderas carlistas. La pancarta que lideraba aquel variopinto conglomerado contenía el lema: ''dios sí existe''. Para mí ese momento, supuso el retorno del logos al mitos.

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